Desmantelando la escuela interior - por David H. Albert
Lo que van a leer a continuación es un extracto del libro Dismantling the Inner School (Desmantelando la escuela interior) de David H. Albert y traducido por Kathleen Alexander para Plataforma por la Libertad Educativa.
Todos queremos la mejor educación
posible para nuestros hijos. Pero, muchas veces, las imágenes de la escuela que
llevamos en nuestras mentes nos limitan a la hora de actuar como intuitivamente
ya sabemos que debemos actuar. En este libro investigarás el origen de esas
imágenes que te limitan y aumentarás tu confianza a la hora de ayudar a tus
hijos y a tu familia a perseguir vuestros sueños.
Amar, escuchar y darte tiempo para estar
con tus hijos son las claves de una “educación” digna de ese nombre. Si a tus hijos les regalas estas claves veras que tus aventuras en el
homeschooling (independientemente del método pedagógico que uses en tu familia)
serán nada menos que sorprendentes.
Estas son tres
cualidades educativas que la escuela pública no puede ofrecer a tus hijos
y, sin embargo, asientan la verdadera base de lo que significa la
educación en familia.
La paciencia te llevará lejos. Una vez que hayas dejado el bucle sin salida que supone cumplir los
objetivos pedagógicos de la escuela, verás que no hay ninguna prisa en llegar a
ningún sitio.
Si el aprendizaje en familia lo vemos
como un viaje, podríamos decir que lo importante es la calidad del
viaje y no la cantidad de sitios que visitas. Si realmente vale la pena
aprender cierta cosa hoy, seguramente mañana también lo valdrá. En algunos
casos verás que esa visita turística no os ha valido la pena. Pero no te
detengas por eso, mantente ocupada, podrías empapelar las paredes de tu casa
por ejemplo. O escuchar por fin esas cintas de relajación (…)
Al final descubrirás que el valor, la
perseverancia y la paciencia son lo que hacen posible lograr llegar a un
destino que parecía inalcanzable.
No existe ningún tipo de criatura que se
llame “el niño típico” – así que deja de
hacer comparaciones. Mi objetivo para mis hijas es que se conviertan
en adultas responsables, comprometidas, que puedan organizar su vida en
libertad y encuentren significado y propósito en lo que se propongan hacer en
su vida y en su comunidad. Si eso suena a un cometido muy ambicioso es porque
lo es. Tu mismo puedes poner en palabras tus objetivos como madre o padre y tus
objetivos para tus hijos. Dudo que la idea de que tu hija sea igual a todas las
demás figure entre tus objetivos.
Cuando escuches que alguien está
intentando comparar a tu hijo con otros, cuéntale los objetivos que tienes para
él y observa cómo cambia el rumbo de esa conversación.
El cansancio y la felicidad no son cosas
opuestas.
Creo que esa lección la aprendí con mi
hija Meera. La adoptamos de la India cuando tenía 10 meses y el inglés no era
su idioma materno. Vino con las pilas eternamente cargadas. Se despertaba por
la mañana y no paraba hasta que se acostaba a mi lado en el lecho familiar, se
giraba hacia mi y decía “Daddy. Happy” - Papa. Feliz – y enseguida se dormía.
Tengo una amiga que hace 25 años tuvo la
visión de que adoptaría niños de todo el mundo con discapacidades. La última
vez que los conté tenía 16 hijos, incluyendo uno biológico. Para gran suerte
suya, a muchos les gusta cocinar. La familia no es rica, y cuida a los niños
con un poco de apoyo del gobierno y mucho apoyo de amigos y familiares. A casi
todos los educa en casa. Su marido se pasa el tiempo añadiendo habitaciones a
la casa.
De vez en cuando la veo a ella y a su
familia en algún evento de la comunidad de Cuáqueros (como podéis imaginar, es
un arduo trabajo meter a todos los niños en el autobús familiar). Recuerdo
encontrarme con ella y con su marido y viendo que tenía ojeras le dije
compadecido: “Diane, parece que estás cansada.” Y me respondió, sin desviar un
momento la atención de sus niños, “Eso es porque estoy cansada.” “¿Pero,
no duermes?” pregunté. “David” me contestó una vez más sin desviar su atención
de los hijos, “he leído la Biblia de una punta a otra unas 4, 5 o 6 veces. En
ningún lugar encontré el mandamiento que dice - ¡dormirás! -, ya
habrá suficiente tiempo para hacerlo más tarde.”
¿Y tú pensabas que estabas cansada?
No intento desacreditar tus sensaciones
de cansancio, sin duda muy reales. Educar a los hijos en casa puede ser
cansado, a veces hasta agotador. Pero recuerda: este tiempo no va a durar
eternamente, así que disfrútalo plenamente. Te sorprenderá lo rápido que crecen
y cambian, y tú cambiarás con ellos.
Si te ayuda sustituye las palabras
“estoy cansada” por “me estoy expandiendo”.
¡Pásatelo bien! ¡Aprende cosas! ¡Crece!
Este consejo no es sólo para los niños
(…) No debes de pensar que el homeschooling es un tipo de
sacrificio personal. Al contrario, esto puede y debe ser uno de los momentos
más emocionantes de tu vida. Tienes la oportunidad de reinventarte, de hacer
cosas que nunca te hubieses imaginado y de realizar un
profundo crecimiento personal. Besa a tus hijos y agradece la
oportunidad que te han dado.
Enriquece tu vida.
Los resultados de las investigaciones
son bastante concluyentes. Lo mejor que puedes hacer por tus hijos (aparte de
darles amor, tiempo y un oído atento a lo que ellos te cuentan) es rodearles e
incluirles en tus conversaciones. (…) Pero no les limites a tus
propios diálogos. Rodéate de gente interesante, emocionante, cariñosa,
invítales a tu casa, ofréceles un te. Que no te preocupe si tu casa está hecha
un desastre. No pasa nada. Y no seas tímido. Enriquece tu vida
con conversaciones interesantes y eso repercutirá en tus hijos. Ellos
aprenderán a buscarse mentores, nuevos amigos, o simplemente a charlar con la
gente en la calle. Como resultado tus hijos desarrollaran cualidades sociales,
y tú también las desarrollarás. Crea tu propio salón de tertulia. Transfórmate
en la Gertrude Stein del vecindario.
Confía más en los niños.
Ya cerca del final de su larga y
productiva vida, con más de una decena de libros escritos y publicados, John
Holt, el padrino del movimiento homeschooler moderno, afirmó que todo su
trabajo se podía resumir en estas palabras – “Confía en los niños”. Este es un
reto difícil de cumplir dadas todas las fuerzas desplegadas contra los niños en
nuestra cultura, incluyendo esa “escuela interior” que todos llevamos dentro.
Quizás esa afirmación exige más de
nosotros de lo que podemos ofrecer con elegancia. Así que yo he añadido otra
palabra a la frase – “Confía más en los niños”
Es mi experiencia que
cuando adoptamos como hábito el confiar más en nuestros hijos, observamos
que encuentran capacidades dentro de ellos mismos que ni ellos (ni nosotros)
sabíamos que llevaban dentro. De vez en cuando se equivocarán, pero serán las
equivocaciones perfectas, y se recuperarán. Esas equivocaciones juegan un papel
importante en su desarrollo.
A menudo verás tu confianza recompensada
mientras ves que la auto-confianza y capacidad de aprendizaje de tu hijo crecen
a la medida que encuentra su espacio vital en el mundo. En la medida que
aprendes a confiar más en tus hijos notarás que la confianza en ti mismo
también va aumentando, tú eres también otro niño que está creciendo, que se
está educando y que de alguna forma estás conociendo por primera vez.
Comencé este capítulo explicando cómo
las escuelas enmudecen cada vez más a los niños, y luego expliqué cómo esos
aspectos interiores de la escuela –esas imágenes que cargamos en nuestras
mentes- pueden interponerse en nuestro camino de darles la mejor educación
posible a nuestros hijos. Así que ahí va mi consejo: si en algún momento de tu
aventura homeschooler te encuentras desconcertado, sin saber qué hacer a
continuación, o cómo responder a las necesidades de tus hijos, cómo conseguir
que su aprendizaje avance y cómo avanzar a un nivel superior:
Piensa en cómo se solucionaría esta situación en el colegio y, luego, haz
lo opuesto. Funciona el 90% de las veces.
Inténtalo, te gustará. Cuando no funcione, cúlpame a mí. Estoy dispuesto a
asumir la culpa, pero no la responsabilidad. Porque, a fin de cuentas, como
padres homeschoolers la responsabilidad es algo que nosotros hemos elegido
asumir.

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